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Escrito por webmaster jlv, miércoles 10 de febrero de 2016 , 14:11 hs , en VIVES EL CARNAVAL 2016



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  • Material de construcción y fuego el jueves 10 de julio de 2025, 13:56 hs

    Material de construcción y fuego: la línea que separa la seguridad del desastre

    Material de construcción y fuego: la línea que separa la seguridad del desastre

     

    La normativa europea, ese escudo que nadie ve, pero todos necesitamos

    Europa no aprendió a golpe de suerte, sino a golpe de incendio. Y no hay que recurrir a los libros de historia para saberlo. Basta con mirar los titulares, los informes técnicos y las cifras que cada año se actualizan con una frialdad demoledora. La prevención contra el fuego no es un adorno legislativo ni una recomendación amable: es una obligación moral, técnica y legal.

    Porque sí, todo arde. Pero no todo arde igual. Y ahí es donde entramos, con datos, con normativa, con responsabilidad. Porque los edificios no solo se diseñan para vivirlos, sino también para sobrevivirlos. Y si no entendemos la reacción al fuego de los materiales, estamos jugando a la ruleta rusa con cada ladrillo.

    De la Directiva al marcado CE: cómo empezó todo

    Nos situamos en 1988. Europa buscaba unificar el mercado, pero sin comprometer lo esencial: la seguridad. Nació entonces la Directiva 89/106/CEE, y con ella una exigencia que cambiaría la industria para siempre: los materiales de construcción y fuego debían cumplir criterios armonizados de comportamiento ante el fuego.

    Eso trajo consigo el marcado CE, la biblia técnica del sector. Ya no bastaba con fabricar: había que demostrar, ensayar, certificar. Una revolución silenciosa que aún hoy define qué entra y qué no en una obra segura.

    Euroclases: la verdad está en el código

    B-s1,d0. Dfl-s2. A2-s3,d2. No son códigos secretos ni fórmulas mágicas. Son la forma de hablar el idioma del fuego sin gritar. Las Euroclases, introducidas por la norma EN 13501-1, establecen un sistema de clasificación claro y técnico sobre cómo reacciona un material ante una situación de incendio.

    ¿Inflama rápido? ¿Genera humo? ¿Deja caer gotas incandescentes? Cada letra y número responde con precisión. Por ejemplo:

    • A1 o A2: casi nula contribución al fuego.

    • B a F: desde baja hasta alta inflamabilidad.

    • s1 a s3: densidad del humo.

    • d0 a d2: presencia o no de gotas o partículas ardientes.

    No se trata de aprobar o suspender. Se trata de saber dónde y cómo puede usarse cada material de construcción y fuego sin poner vidas en riesgo.

    Ignifugar no es opcional: es estratégico

    Que nadie se equivoque: ignifugar no es un lujo, es un seguro de vida. Y lo saben bien quienes trabajan en zonas urbanas densas, rehabilitando inmuebles antiguos o levantando nuevos desarrollos entre medianeras.

    El tratamiento ignífugo —ya sea mediante recubrimientos intumescentes, barnices, espumas, paneles o soluciones híbridas— puede marcar la diferencia entre una evacuación tranquila o una tragedia. Porque cuando llega el fuego, cada minuto cuenta. Y lo que antes parecía un trámite de obra, se convierte en la única barrera entre el caos y el control.

    Normativa EN 13501-1: cuando el fuego no perdona errores

    Esta norma no se anda con rodeos. A través de pruebas exigentes como el SBI (Single Burning Item), el Room Corner Test o el ensayo del pequeño quemador, se somete a los materiales a situaciones realistas. Nada de teorías.

    ¿Qué ocurre si hay una chispa? ¿Y si se propaga por la esquina de una sala? ¿Y si se incendia toda una habitación contigua? Las respuestas a esas preguntas no solo se buscan, se miden. Y son las que determinan si un producto puede ser usado en pasillos de evacuación, zonas comunes o simplemente, descartado.

    El diseño también se piensa desde el fuego

    No hay estética que valga si compromete la seguridad. Y por eso, la normativa europea exige que el diseño arquitectónico contemple el comportamiento al fuego desde el minuto cero. ¿Qué significa esto?

    • Estructuras que no colapsen rápidamente.

    • Limitación de la propagación de humo y llamas.

    • Evacuación segura y accesible.

    • Condiciones aceptables para equipos de rescate.

    Para lograrlo, hay que seleccionar materiales con criterio técnico, no estético. Porque el poliuretano más bonito puede ser el más peligroso si no cumple la Euroclase adecuada. Y en esto, asesorarse bien es tan importante como construir bien.

    España y su normativa: entre avances y deberes

    En territorio nacional, el Código Técnico de la Edificación y la Norma Básica de Edificación han hecho su trabajo. Las Euroclases son hoy referencia obligatoria para la selección de materiales, y cada vez más profesionales las tienen en cuenta. Pero el camino no ha terminado.

    Falta divulgación. Falta claridad. Y sobre todo, falta exigir desde el inicio del proyecto un asesoramiento técnico que permita cumplir, prevenir y proteger. Porque un edificio no es seguro por decreto: lo es por diseño, por materiales y por ejecución.

    Lo que viene: sostenibilidad y fuego, un nuevo reto normativo

    No hay descanso en la evolución normativa. Europa ya trabaja en integrar criterios de sostenibilidad y economía circular a la evaluación de materiales de construcción y fuego. Y esto incluye:

    • Ensayos con materiales reciclados.

    • Nuevas exigencias para emisiones en quemado.

    • Modelado térmico digital de edificios completos.

    Pero hay algo que no cambia: la protección contra incendios seguirá siendo irrenunciable. Porque no hay futuro verde si el presente arde.

    La lección que no podemos olvidar

    El fuego no negocia. Y cuando llega, lo hace sin avisar, sin compasión y sin margen para improvisar. Por eso, el verdadero compromiso con la seguridad empieza en la elección del material de construcción y fuego adecuado, continúa con su correcta instalación y culmina con el cumplimiento estricto de una normativa que no está para rellenar manuales, sino para salvar vidas.

    Quien lo entienda, actuará. Quien lo ignore, seguirá construyendo castillos de humo.